PREÁMBULO A LAS INSTRUCCIONES
PARA
DAR CUERDA AL RELOJ
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas,
un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con
áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo
terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti
mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo,
que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu
muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle
cuerda para que siga siendo un reloj; te
regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio
por la radio, en el servicio telefónico.
Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga
al suelo y se rompa. Te
regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la
tendencia a comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el
regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
INSTRUCCIONES PARA CANTAR
Empiece por romper los espejos de su casa, deje caer los brazos, mire vagamente la pared, olvídese. Cante una sola nota, escuche por dentro. Si oye (pero esto ocurrirá mucho después) algo como un paisaje sumido en el miedo, con hogueras entre las piedras, con siluetas semidesnudas en cuclillas, creo que estará bien encaminado, y lo mismo si oye un río por donde bajan barcas pintadas de amarillo y negro, si oye un sabor de pan, un tacto de dedos, una sombra de caballo.
Después compre solfeos y un frac, y por favor no cante por la nariz y deje en paz a Schumann.
INSTRUCCIONES PARA SUBIR UNA ESCALERA
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquier otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas.